domingo, 26 de septiembre de 2010

Hilario Camacho-Tristeza de amor


.
Bajo el tejado de cristal
duermen el odio y la pasión
sueños de Gloria y de poder
calman su gris desolación.
.
Tristeza de amor
un juego cruel
jugando a ganar
has vuelto a perder.
.
Son muchos los que mienten
para resplandecer
pagando por su vida
un interés.
.
Tristeza de amor
un juego cruel
jugando a ganar
has vuelto a perder.
.
Son muchos los que no lloran
ni aman de verdad
son máscaras que ocultan soledad.
.
Son muchos los que lloran
el llanto y el amor
matan el cariño
abusan del dolor.
.
Tristeza de amor
un juego cruel
jugando a ganar
has vuelto a perder.
.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Dos frases



“Ayer es historia, mañana es un misterio, hoy es un regalo”.
.
No sé porque, ni porque no, pero hay veces que cuando me cruzo con alguna frase entre todas esas cosas que leo no puedo olvidarlas. Se esconden en una pequeña parcela de mi mente y tampoco sin conocer el motivo vuelven a mi en estado de martillo pilón golpeando mi consciencia una y mil veces. Esta que he apuntado como inicio de este escrito no sé a quien corresponde. Recuerdo haberla leído un día trasteando por el universo de blogs que colonizan la red de redes. Seguro que llamó con la aldaba de la mística en la puerta de mi alma, entró en mi, se acurrucó en un recóndito rincón de mi estrecho cerebro y desde allí hoy ha vuelto a la vida para invadir el diminuto espacio de luces que aún mantengo entre la niebla y la negra espesura de células muertas que componen una masa gris, ya casi negra, anquilosada y en estado de semi parálisis permanente.

Lo realmente importante no es lo que mi cráneo protege de escaso valor intelectual por cierto, lo realmente importante es, sin duda, lo que la suma de once palabras puede ofrecer cuando éstas ocupan el sitio adecuado, con la cadencia precisa y el significado obligado. Si además se adereza con un poco de misterio y ambigüedad necesaria consiguen al menos el resultado esperado de atormentar al lector de la misma cuando intenta proyectarla en su propia experiencia vital.

No es cuestionable que el día de ayer forma ya parte de la historia de cada cual, incluso el segundo ya pasado se aloja de forma inmediata en el plano temporal de lo que ya se ha vivido, del tiempo sin retorno, del equipaje de la vida de un viaje ya realizado. Es menos cuestionable el halo de misterio de un mañana incierto, aunque próximo en el tiempo es un futuro por descubrir. La vida nos puede cambiar en un segundo: el azar, el destino, la casualidad, o porque no la predisposición natural hace que los siguientes renglones del libro de la vida sean derechos, torcidos o te encuentres con el punto y final. Un misterio que permanentemente está por resolver, un misterio que se descubre sin pudor en el siguiente segundo de la existencia. Pero lo más cierto es el regalo del hoy. El regalo de la vida, un presente permanente, un tesoro de incalculable valor, lo único que realmente es nuestro, lo único que realmente nos pertenece, lo único que se renueva con la inmediatez de un latido, que nace y muere en miles de millones de medidas temporales infinitesimales y que aspiramos a proteger durante más tiempo aún del deseado.

Soy conocedor de mi pasado, atisbo mi futuro con respeto e incertidumbre, y disfruto mucho menos de lo que debería de mi presente.
.
“Algún día, en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y esa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”

Esta si tiene dueño conocido, Pablo Neruda, y vaya señor de tan incalculable valor en el mundo de las letras. Sinceramente ha convivido conmigo poco tiempo, ayer mismo la encontré y ha sido la responsable de sentarme ante el ordenador para compartirla junto con mis comentarios.

Todavía ando yo por el camino que me ha de llevar a encontrarme conmigo mismo, todavía no he alcanzado la meta que me permita saber si ha de ser la hora más feliz o amarga de mi existencia. Alguna vez he tenido algún conato de sentir que ese era el momento más cercano de adivinar si lo que ya había vivido arrojaba un saldo positivo, o si muy al contrario el debe negativo podía arruinar el largo caminar de mi vida. Fui indulgente en cada momento e incluso un poco hipócrita, y deje para más tarde el balance de mi existencia con la consciente excusa que el camino aún por recorrer era largo, y ya habría momentos para enmendar lo peor y así conseguir un resultado al menos apañado y más próximo a la felicidad que a la amargura de un fracaso más que rotundo.

En esas continuo, dejándome arrastrar, con la conciencia que el tiempo del mañana se reduce, que enmendar los errores cada vez será más complicado, que el tiempo disponible es finito, y que si las alforjas las cargo con un peso excesivo de malas experiencias, el balance final dolerá sin remedio. He de compensar muchas cosas y quizás sea bueno que empiece hoy mismo con ello. Aspiro, como creo que todos, a que en el momento del reencuentro si ha de doler, que al menos el trago sea lo menos amargo posible.
.

Yo, pido perdón.


Yo, Jorge Martínez Beneyto, mayor de edad, muy mayor de edad, pido perdón.

.Pido perdón a todos y casi por todo. Pido perdón porque no se me ocurre otra cosa que hacer, no voy a cambiar ya a estas alturas de mi vida, transcurridos ya los suficientes años para reconocer que siendo como soy poco más queda por hacer que reconocer que soy un hombre de otra época, de otro momento y no sé si de otro país, otro pueblo y otra cultura.

Pido perdón por anacrónico, por inadaptado social a los momentos que vivimos, por delincuente en potencia, por anti sistema, quién me lo iba a decir a mí que siempre pensé que estaría en la zona más moderada de esta o de cualquier otra sociedad fuese cual fuese el modelo. Pido perdón, no puedo hacer más, no quiero hacer más, reconozco en público mis peores pecados, pero no esperéis de mi persona un acto de contrición, ni me arrepiento ni cambiaré mis principios, mis ideas, mis pensamientos, ni mis sentimientos.

Pido perdón por no tener un Ipod, Iphone, o Ipad. Por no conocer lo que es una APP, por no estar dado de alta en Facebook, linkelind, ni ninguna otra red social. Pido perdón por ser casi un analfabeto tecnológico, por utilizar una mínima parte de lo que Internet nos ofrece, pido perdón por no aspirar a tener un ebook, ni tabletas electrónicas parecidas, pido perdón porque pocas cosas me gustan más que comprar libros, manosear sus páginas y leer casi de forma frenética todos aquellos que compro o me regalan, buenos o malos, novelas, biografías o ensayos. Pido perdón por creer y entender que un ordenador es una herramienta de trabajo y como mucho una herramienta de comunicación con el resto de los hombres y mujeres de este tiempo. Pido perdón porque nunca he jugado con una Play, ni con la Wii, ni con ningún dispositivo de los que existen en el mercado y creo que son innumerables. Pido perdón porque para mí, la televisión sirve para lo que servía hace muchos años y no para todo aquello que ahora puedes hacer o dicen que puedes hacer. Pido perdón por haber llegado tarde y no saber adaptarme a un mundo nuevo de posibilidades y de nuevos desarrollos tecnológicos.

Pero aquí no queda la cosa, también he de reconocer en este acto de sinceridad y laceramiento personal, que me gusta un modeló de vida políticamente incorrecto para estos momentos sociales. Me gusta el buen yantar, me gusta el vino y claro está que las mujeres. Me gusta disfrutar de vez en vez de un cigarro habano, y sin ser un experto en ello a estas alturas de mi vida puedo diferenciar entre sus vitolas y sus maridajes, elegir con cierto tino el más conveniente para distintos momentos del día. Pido perdón porque me gustan los toros, más activamente en el pasado pero sin renunciar de ello en estos días, me gusta el fútbol y para mayores males soy del equipo más incorrecto el Real Madrid. Me gustan los buenos Hoteles y los mejores restaurantes, el buen vino, el buen jamón y todo tipo de manjares, aunque lógicamente mi economía da para muy poco de unos y de otros, me gusta el lujo de forma moderada, la ropa cara y los relojes más que a un tonto una piruleta. Pido perdón porque así sólo puedo aspirar a ser un inadaptado y un anti sistema, un anacrónico y vivo con un anhelo constante de otras vidas, de otros momentos. Pido también perdón por leer prensa poco progresista, la compagino con el resto y he descubierto que en esta pluralidad que mantengo soy capaz de encontrar verdaderas joyas de la escritura periodística, así como suplementos tan excelentes como el Cultural del ABC. Disfruto con el ejercicio de la comparación, el análisis y la conclusión personal de lo que son las distintas realidades interesadas. A modo de ejemplo, en estos días he disfrutado con una polémica surgida por las memorias y el diario personal de Niceto Alcalá Zamora, primer presidente de la II Republica de España, y sólo he podido encontrar esta información por mi afán de mantener un criterio abierto a la hora de elegir y comprar los periódicos cada día.

Pero voy mucho más allá y me declaro delincuente en potencia, y por ello también vuelvo a pedir perdón. Fumo, me gusta fumar, y hoy ni quiero ni me he planteado dejarlo. La nueva ley del gobierno va ha convertir en delincuentes a millones de españoles. Lo siento estoy convencido que incumpliré en más de una ocasión la ley. Aunque intento ser respetuoso con el que no fuma, ni conozco el proyecto de ley ni voy a perder ni un solo minuto en leerla, por lo tanto asumo que el desconocimiento de la norma no exime legalmente del cumplimiento de la misma, con lo cual declaro públicamente que seguramente y ante las más que extremadas restricciones que recogerá dicha ley, delinquiré en variopintas ocasiones. También me gustan los coches, la velocidad y conducir por en cima de los límites permitidos. Ya he sido multado y he perdido algún punto por ello, no sé si más de los que a día de hoy soy consciente, pero he pagado mis multas religiosamente y me mantengo aún dentro de la ley, con el estigma social del asesino en potencia que puedo llegar a ser por conducir como lo hago. Vaya en mi defensa que jamás he dejado que el coche me dominará, que siempre voy con los cinco sentidos puestos en la conducción, que nunca he hecho ninguna maniobra que haya puesto en peligro ni mi vida, ni las de mis acompañantes, ni mucho menos del resto de automovilistas que coinciden en mis trayectos por la carretera. Conducir rápido no es sinónimo de temerario, son cosas diametralmente opuestas, aunque nos vendan cada día lo contrario. No entiendo porque hace unos años podía pasar con mi coche por los mismos tramos por los que hoy conduzco a velocidades tan dispares, aún menos cuando las máquinas están mucho más perfeccionadas y las mismas carreteras han mejorado una enormidad en su asfaltado, trazado y visibilidad.

Seguramente omito aquí muchos más pecados, no quiero aburriros con todos los que seguramente peco a diario. No me considero mal tipo, aunque es verdad que uno es indulgente siempre consigo mismo. Sé que con lo que hago puedo molestar, por ello reitero mis más sinceras disculpas, aunque sin duda alguna también solicito que me respeten por como soy, y que cada cual ejerza el derecho a la libertad individual. Yo prefiero respetar la pluralidad y si hay algo o alguien que no me gusta, pues a otra cosa mariposa.
.